El día de ayer, para mi fue vivir en un cuento.
Todos los años paseo de la mano de mi hija por mi ciudad querida y nos recreamos por los puestos, por los libros expuestos, por la mirada de los escritores esperando a sus lectores, y la complicidad de estar cumpliendo un sueño.
Barcelona querida, que te vistes majestuosa para este día, luces preciosa para todos los que pasean por sus calles engalanadas. Y en el día de ayer me acogiste como escritora.
Doy gracias a los que siempre estuvieron a mi lado.
Sigo dando gracias a los que se van sumando a ese círculo y me alientan con sus palabras de agradecimiento porque Nos Robaron los te quiero les ha llegado hondo, les ha hecho sentir mil y una sensaciones.
Gracias a todo esto ayer disfruté como una niña.
Mi primera Diada de Sant Jordi como escritora. Estar al otro lado de la mesa, esperando la sonrisas, los abrazos, de quien ya había leído mi novela y venían a comprar más para regalar a alguien, porque sentían que la deseaban regalar. A los que curioseaban y la portada les llamaba la atención, a los que sintieron tanto algo al leer el título. A aquellas personas que por la temática de mi novela, se acercan y me cuentan una anécdota, una historia no tan efímera, un robo de un bebé o la suposición de que algo así ocurrió en su familia. Hay demasiadas personas que guardan silencio, hasta que se colocan frente a mi y el tema brota de sus labios. En mi familia sucedió también algo así. Y a partir de ahí surge una nueva historia, y me llena que me cuenten, escuchar, sentir que esa historia, que está en sus corazones, brota y se desahogan porque sigue ahí, clavada.
Eternamente seguiré dando gracias porque, como los abrazos, los besos y los sentimientos, el dar las gracias, besarse, abrazarse y sentir es necesario, es gratis y es voluntario.
El año que viene volveré a estar ahí esperando a mis lectores.
Cada día un poquito más grande esa lista de personas que me siguen y me dicen que no pare de escribir.
Cada día comparto un pedacito de mi, a todo aquel que desea contactar conmigo e interesarse por qué la escribí.
Estoy abierta a vuestras palabras, a vuestros abrazos, a vuestro cariño y a vuestras críticas, porque también eso es necesario. A que me enseñeis a crecer como escritora y hacérmelo sentir. Porque una no es nunca escritora, hasta que un lector no viene y te lo dice así.
Si yo no me defino como escritora, es porque tú me lo haces sentir.
Así que gracias, por estar ahí.
Os quiero.