Frente a la tumba de Machado, prometí no desfallecer.
No caer ante el aburrimiento de no saber, no inventar, no crear un nuevo sueño.
Frente al reposo de Machado, le juré.
Frente al reposo de Machado, le juré.
Amor enterno a los libros, a los textos, a mis escritos, sinceros.
Y a volverle a releer.
Junto a su retiro, me uno al amor por el mar, a sus bellas palabras de amor, y le pedí consejo.
Junto a su retiro, me uno al amor por el mar, a sus bellas palabras de amor, y le pedí consejo.
Solicité consuelo ante mis tormentos, todos esos momentos de hastío y supliqué su ayuda desde el más allá.
Porque la inspiración no muera, porque llegue esa calma a mi vida,
necesaria,
aunque ya supuesta.
necesaria,
aunque ya supuesta.
Frente a su imagen, lloré.
Visité Colliure.
Porque quise vivir como él.
Me senté a sus pies,
aspiré el aroma de mar,
el olor a jazmín del cercano jardín,
me dejé llevar, por lo que pudo él sentir.
Frente a su descanso, descansé.
Le pedí una señal.
Deseé no volver a temer.
By Miriam Giménez Porcel.